Gárgolas insomnes

Enero 27 de 2011

Adiós al Tatic

Samuel Ruiz me quitó lo anticlerical en 1993, al detener la embestida militar contra las comunidades indígenas de una zona donde habían aparecido uno o más cadáveres de soldados. ¡Qué huevos -pensé- y vaya poder el suyo para enfrentar al ejército federal y hacerlo recular! Así fuera el poder de la iglesia, estaba en manos de alguien que se ganó el respeto hasta de ateos irreductibles como yo y un multitudinario cariño. Tampoco era gratuita la animadversión de la alta jerarquía del Vaticano, su teología de la opresión y su opción por los ricos, pues la fe mueve montañas... montañas de dinero bajo las sotanas.

Un dato interesante, pero ignorado, es que la llamada «zona de conflicto» en Chiapas a partir del levantamiento zapatista coincide con el territorio que abarca la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, que "la soberbia del poder" intenta dividir desde entonces y, tras la muerte del obispo emérito, quizá lo consiga.

Egomanía

A finales de 1994 entrevisté a don Samuel y entregué a Voz Pública la entrevista en audio, así como al periódico El Navegante la versión impresa, pero ninguno de esos medios la publicó. Martha Elena, la mujer y brazo derecho de Paco Huerta, dijo que la entrevista era demasiado grande para un programa de radio (tan pequeño como su alcance mental), así que le propuse publicarla en partes y contestó que Voz Pública era un foro para "el ciudadano raso", no para figuras encumbradas; quizá por eso tenía un espacio regular para el ciudadano Presidente de la República y, cuando fui corresponsal en Chiapas a principios del año siguiente, la Presidencia de la República me ofreció un viaje en helicóptero a cualquier lugar de la selva que yo eligiera, viaje que me habría convertido en organizador de periodistas acarread@s. Al ver que tampoco El Navegante publicaba la entrevista, se la regalé al diario local Expresso, que la publicó al día siguiente, íntegra y sin cambiar ni una coma. El Navegante, por cierto, era órgano de difusión de la Convención Nacional Democrática y luego se fusionó con El Espejo, que dirigía Javier Elorriaga; de ahí «El Engendro». Paco después, Poco Huerta viajó a Chiapas y, entre otras cosas, entrevistó a don Samuel, que no tenía tiempo en ese momento para entrevistas y lo atendió al volante, pues tampoco tenía chofer ni guaruras, todavía; de ahí que el audio resultara de baja calidad, contaminado por el pandemonio de la calle y el coche en movimiento, registrado además por una grabadora Radio Shack, y de ahí que las respuestas fueran apresuradas, por no hablar de las preguntas, en cinco minutos todo (quizá más, pero editados). Conmigo sucedió lo contrario: me recibió muy temprano en un salón sin gente ni ruido y me dedicó más de media hora; pero la diferencia terminal entre la entrevista de Paco Huerta y la mía es que la suya sí tuvo cabida en Voz Pública y la mía no ("Si la envidia fuera tiña..."). En cierto momento, don Samuel me respondió con una pregunta: "Si usted decide hacer un reportaje de previsible trascendencia y en el camino encuentra dificultades imprevistas, ¿entonces dice: ya no le entro?"

-No, señor; le entro con más ganas y mayor decisión.

-Eso he respondido yo -dijo.

Al final, comparó el «proceso de paz» con un embarazo, y la guerra en Chiapas con una enfermedad, que acaso podía desaparecer, atendiendo los efectos y combatiendo las causas; la gestación del EZLN y su levantamiento eran síntoma de "crisis estructural" y "aguda injusticia".

Una presentación de Samuel Ruiz en la UNAM abarrotó el auditorio Ho Chi Minh, y muchos escuchamos sus palabras desde afuera por bocinas; unos meses después participó en la presentación de un libro de Carlos Fazio, otra vez en la UNAM, y entonces fue menos gente y pude escuchar mejor la didáctica sencillez de la opción por los pobres: Si en la calle, dijo, uno es testigo de que un adulto golpea un niño, no puede ser indiferente o espectador pasivo, debe intervenir en defensa del niño... aunque la iglesia católica tomaba partido tradicionalmente a favor del más fuerte; se trataba, pues, de una ruptura revolucionaria con esa cobarde tradición y seguía los pasos del fraile dominico Bartolomé de Las Casas, considerado como su predecesor en Chiapas. La fuerza de la razón contra la fuerza bruta dio un ejemplo de valentía y dignidad en 1993, al detener el atropello de los pobladores indígenas por el poderío militar; ganó una batalla y despertó mi admiración a un personaje de quien sabía muy poco, prácticamente nada, que oficiaba misas con sermones en español, tzotzil y tzeltal, y ofrecía conferencias de prensa a diario como principal mediador en el «conflicto armado» que apenas comenzaba; el preámbulo de la curia diocesana parecía entonces vagón del metro. "Como no hay nada qué informar hoy, voy a contarles un cuento", dijo una vez, y nos contó una parábola.

Yo era anticlerical desde que leí a Luis Buñuel calificarse así en Mi último suspiro, pero dejé de serlo en 1993, aunque sigo siendo «irreductiblemente ateo», como se calificaba Trotski...

¡Hasta siempre, Tatik!

[] Iván Rincón 10:54 PM

Samarcos

Enero 17 de 2011

¡Basta de sangre!

De continuar la tendencia ascendente de muerte violenta en México desde que la usurpación del poder por una camarilla criminal declaró su «guerra contra el crimen», este año tendremos 30 mil asesinatos por lo menos. Según cifras oficiales, más de 15 mil homicidios y femicidios ensangrentaron y enlutaron a México el año pasado, lo equivalente al doble que en 2009 y al triple que en 2008, así como a 40 asesinatos diarios, uno cada 36 minutos en promedio. El saldo total del sexenio de la muerte hasta hoy es de 34 mil 600 decesos reconocidos por el desgobierno espurio, sin contar las pérdidas humanas a causa de enfermedades y un «sistema de salud» no menos deficiente, y que los secuestros y las extorsiones telefónicas repuntan en la misma proporción. Durante cuatro años, este saldo superó a los 30 mil desaparecidos políticos por la dictadura militar argentina...

Lo alarmante, además del aumento en las cifras de la tragedia, es otra de sus tendencias, oscura, silenciosa, ominosa y sórdida: que las víctimas habían alzado la voz contra la violencia, y ahora, entre los asesinos de mujeres, hay niños y adolescentes. Como si no fuera demasiado el atropello cotidiano a la garantía constitucional de libre tránsito, los retenes militares y paramilitares violan todos los derechos humanos, incluyendo el más básico y elemental, que es el derecho a la vida, y aquí las "bajas colaterales" del genocidio y la barbarie son l@s más inocentes: niñ@s masacrad@s bajo una lluvia de balas y granadas en casos tan indignantes como para conmover, mover y remover la conciencia del mundo, mientras en México ningún asesino de niñ@s pisa la cárcel jamás.

¿Y cuál es el resultado? ¿Hemos ganado algo con este sacrificio? El resultado, como acertadamente apuntan Julio Scherer y Ríus, ha sido "encarecer la droga y abaratar la vida". Los cárteles del narcotráfico, el tráfico ilegal de armas, pornografía infantil y órganos humanos, la trata de blancas y la destrucción del medio ambiente por negocio, están fortalecidos, tanto como el tráfico de influencias, cuyo descarado cinismo inauguró la era neoliberal con Carlos Salinas / Slim. Desde la fuga del «Chapo» Guzmán no ha caído ningún cabecilla más o menos prominente del crimen organizado, ni las «fuerzas armadas» han desmantelado alguna red criminal. Si algo han hecho las corporaciones policiacas y militares es dar un bochornoso espectáculo de parafernalia tardía, entre cadáveres despedazados, charcos de sangre, cartuchos percutidos, muerte y más destrucción por todas partes, o de fracasos tan estrepitosos como el michoacano, que dejan chiquita cualquier carnicería de película gringa y, en cualquier otro país, serían causales de renuncia, tanto del presidente como de todo su «gabinete de seguridad»...

Cada vez más indicios avivan la sospecha de que la mafia incrustada en Los Pinos trabaja para el cártel de Sinaloa, principal competencia del cártel del Golfo, cuyo brazo armado, la banda paramilitar más terrorífica y sanguinaria que opera en México, fue originalmente formado por desertores del ejército federal con entrenamiento kaibil, herencia maldita de Zedillo. Ahora los cuerpos sin vida que vemos en la nota roja -el PAN nuestro de cada día- visten camiZetas. Otras investigaciones periodísticas documentaron en su momento, además de ser vox populi, que el cártel de Juárez financió las campañas electorales de Francisco Barrio y Vicente Fox. ¿Cuál guerra contra el narco? Se trata de una farsa grotesca y criminal, cuyo resultado es la inminente invasión militar de México por Estados Unidos, una más y una vez plegado el ejército de esta parodia de país a las órdenes y los desórdenes del Pentágono, una vez aprobada a posteriori por el Senado de la República (tras la cortina de humo llamada influenza) su participación en operaciones mixtas del Comando Sur, y una vez revelados por WikiLeaks los dicterios actuales de Washington en el mismo sentido.

La táctica del usurpador en turno es una burda repetición del costoso y fallido intento que hizo al otro lado del Río Bravo la camarilla Bush para perpetuarse en el poder, así como una aplicación hasta sus últimas consecuencias de «la doctrina del shock» en el capitalismo del desastre. Poco importan los costos humanos y materiales, el dolor en abundancia y la sangre derramada en vano, cuando la meta es poder a toda costa, cuando los fines carecen de principios... Desde la Revolución, nunca habíamos vivido con tanta incertidumbre ni habían envejecido tan rápido las noticias: todavía estaba tibio el cuerpo de Marisela Escobedo cuando apareció mutilado el de Susana Chávez. Nunca antes un chacal en la Presidencia de la República había sido tan repudiado ni había suscitado tanto odio. Voceros de la ignominia como Aguilar Camín y los Krauze, además de los lorocutores y levantacejas, merolicos de la caja idiota, son cada vez menos representativos. En México, la mayoría de la gente pensante demanda que renuncie y espera que sea juzgado y condenado el club de Herodes, como Videla en Argentina. "De puro espanto es la parálisis de tu pueblo", me dijo alguien desde aquel país y no me canso de repetirlo, porque México ha tardado cuatro años en responder como corresponde a la magnitud del caos, pero ya es un clamor al menos en las redes sociales: ¡Basta de sangre!

[] Iván Rincón 4:01 AM

Diciembre 26 de 2010

El asesino dentro de mí

Mientras México arde en llamas por una violencia desquiciada, y mi depresión invernal repunta en la misma medida que la contaminación, me permito escribir sobre la cuarta película que he visto en todo el año: El asesino dentro de mí, de Michael Winterbottom, director inglés de una friolera: 17 largometrajes, algunos de los cuales son documentales antiimperialistas o dramas que recurren a las técnicas del documental (Bienvenido a Sarajevo, 1997; Camino a Guantánamo, 2006; La doctrina del shock, 2009), y ahora incursiona en el clásico cine negro con matices híbridas de sicodrama, un giro por demás sorprendente. Advertencia: este comentario describe secuencias, partes de la trama y el final, por lo que solo es recomendable para quienes hayan visto la cinta o decidido no verla, pues además el autor no sabe de cine y escribe mal.

Basada en la novela homónima de Jim Thompson, The killer inside me, la historia tiene lugar en un poblado tejano a principios de los años cincuenta, cuando es escrita, y alterna capítulos narrados por el protagonista principal, ayudante del comisario, un joven aparentemente normal, dentro del cual se esconde un sicópata, dualidad con algo del doctor Jekyll y el señor Hyde. Entre el género policiaco y el drama sicológico, la narración expone con objetivo cinismo la mente criminal de Lou Ford, encarnado por Casey Affleck (Gone Baby Gone, de su hermano Ben Affleck, 2007; El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, de Andrew Dominik, mismo año); su actuación de la compleja personalidad en conjunto (cara bonita, voz débil, perspicacia de asesino tan fríamente calculador como sorpresivamente violento) es quizá lo mejor de la película, salvo por una secuencia que ha causado polémica desde el estreno oficial y la presentación en el Festival de Berlín, donde fue seleccionada y nominada al Oso de Oro: la golpiza que el "boy scout con placa de policía" le propina sádicamente a Jessica Alba en el papel de la prostituta masoquista Joyce Lakeland resulta repulsiva, pero los motivos de la repulsión varían tanto de un público a otro como de un momento a otro; al principio, la catarsis no es del todo convincente porque son demasiados golpes, como si la fuerza física del personaje fuera muy escasa o su descarga pretendiera ser deleite de una misoginia brutal, un machismo rabioso. "Te amo... discúlpame", dice él entre golpe y golpe. "Te amo", responde ella con el rostro cada vez más desfigurado, al parecer insensible al dolor y agradecida; entonces es ella la que no convence. Cabe recordar que Jessica Alba no había hecho nada serio y todos la teníamos por una mujer tan apetecible que prescindía del esfuerzo histriónico en sus habituales roles de símbolo sexual, como es tradición de Hollywood: la belleza femenina suele ser inversamente proporcional a la calidad interpretativa. Por lo demás, es inevitable asociar esta morbosidad con la de Irreversible, de Gaspar Noé, donde la violencia misógina resulta más convincente y contundente. Pero la narración en primera persona, como dije, alterna con imágenes de recuerdos infantiles y recientes que explican la adicción de Lou Ford a las relaciones destructivas y la coincidencia de su reprimido sadismo con el masoquismo complementario de Joyce Lakeland; su locura deja de reprimir también los impulsos asesinos y un error encadena varios asesinatos en serie y más errores; para librarse de un indigente que intenta extorsionarlo, Ford sacrifica sin justificación coherente a su novia, Amy Stanton, interpretada por Kate Hudson (Casi famosos, de Cameron Crowe, 2000) en un duelo de sensualidad con Jessica Alba, y el indigente muere acribillado por otro policía. Un adolescente detenido como principal sospechoso de los asesinatos intenta lo mismo y termina igual, pero aquí el estilo narrativo cambia radicalmente; a diferencia de las golpizas que matan a las mujeres, con saña y descripción gráfica, equivalente a la pornografía y característica del cine gore, el adolescente muere por obvia conclusión luego de la amenaza, recurso propio del horror a la oscuridad que oculta la muerte (origen literario: Drácula; paradigma involuntario del cine: Tiburón); la discrepancia, en este caso, es atribuible al machismo y la misoginia que alegan los detractores de la cinta, y se presta a lecciones moralistas por la tentativa de extorsión.

Lo más interesante de la trama es el vuelco final que hace del asesino pretendidamente astuto el único engañado por sus propias mentiras y las de otros no menos perversos que sacan ventaja y provecho de la demencia. El clásico final de apoteosis incendiaria resuelve los enredos de telaraña con audacia suicida; su brevedad es previsible, pero no la moraleja: sin salvedad, todos mienten, aquí nadie es mejor porque todos son malos, algunos son peores y todos mueren; las únicas víctimas inocentes son las mujeres (algo de eso estamos viendo en la vida real). ¿Dónde queda el machismo y dónde la misoginia?

Otro mérito indiscutible es la ambientación de la época... La música abre con un lugar común en el preámbulo (Fever, de Cooley y Davenport) y nos acompaña con acierto de Melissa Parmenter en el resto del metraje.

Ejemplos de engaños y efectos de bumerang abundan en el cine, pero me viene a la memoria, por lo pronto, un título ad hoc, literalísimo: El engaño, de Don Siegel, con Clint Eastwood en sus años treinta, encarnando al soldado que despierta con una pierna menos y luego es envenenado por las mujeres que somete; de seductor embustero a secuestrado, mutilado y muerto. No recuerdo el título de una cinta ordinaria (la memoria es selectiva) sobre una masacre con distintas versiones del mismo personaje mitómano, que logra engañar a la policía en sus indagatorias, pero acaba enloquecido por la culpa; la película es mediocre, pero la idea es genial.

[] Iván Rincón 3:06 AM

Diciembre 14 de 2010

Trazando Aleida, en disfunción especial

Ayer en la noche, la Cineteca Nacional ofreció una función especial de Trazando Aleida (2008) con la presencia de Christiane Burkhard, su realizadora, y Aleida Gallangos, su protagonista, por fin en México; las causas de que tuviera una escasa asistencia no fueron a) que la gente ya ha visto el documental, como sugirió Tania Molina, periodista y traductora de La Jornada, ni b) la temporada navideña, como agregó Aleida, sino a) que no existe sensibilidad en México a l@s desaparecid@s polític@s y b) que la difusión fue insuficiente, a pesar de las redes sociales y el correo electrónico, pues la cartelera impresa y el sitio web de la propia cineteca, en honor a su vocacional tradición de autosabotaje, anunciaron que ese día no tendrían actividades.

Antes había ocurrido que los cortos, quizás editados en ese recinto institucional, predisponían al público -al menos a mí- como adelanto de un drama sensiblero y previsible de por sí, noción que afortunadamente cambió con el exitoso estreno, cuando además conocí a la familia de la protagonista y a la realizadora, una mujer accesible y alivianada, pero luego alguien cambió el formato original y redujo al máximo la calidad de su exhibición, como acostumbran allí, y hasta hace unos días estuvo perdida la copia en ese formato... El cambio de dirección no ha cambiado nada; nuestra exigencia de que se vayan tod@s al carajo motivó una encuesta para efectos de autocomplacencia y autoengaño entre asistentes acríticos.

En México no existe sensibilidad a l@s desaparecid@s polític@s, ni siquiera cuando se trata de niñ@s en edades tan tempranas que no guardan recuerdos, pero recuperan su identidad y vuelven a ser herman@s casi 30 años después de su violenta separación y adopción ilegal, además del secuestro y la desaparición forzada de sus padres por el estado en un oscuro capítulo que no concluye, acaso cambia de métodos. Si «l@s desaparecid@s nos faltan a tod@s todo el tiempo», México -un país de símbolos acribillados, que dejó la dignidad en el camino a ninguna parte- asume su lastre cual «pan nuestro de cada día», triste normalidad a la que puede acostumbrarse y acomodarse con pasividad saturnina, como a cualquiera otra: el secuestro de las instituciones por mafias que usurpan su nombre, la suplantación de la justicia por una hedionda puta, la dictadura del capital sanguijuela por mediación de bancos y oligopolios con la complicidad abyecta del pretendido gobierno, la masa ingente de autómatas que obedecen a las máquinas y, como justificación inconciente de sus inercias parasitarias, rebautizan a Dios con el nombre de El Sistema...

Según el documental, hay mil desaparecid@s polític@s por la «guerra sucia» en México (así llamada como si existieran guerras limpias), sin contar el exterminio de mujeres y niñas por negocio y diversión en Ciudad Juárez y otros lugares que padecen del mismo síndrome. En Argentina, l@s desaparecid@s polític@s por la dictadura militar suman 30 mil, o sea, 30 veces más que en México, así que l@s argentin@s cargan con una tragedia 30 veces mayor que la nuestra sobre su memoria, primera reflexión parcial (vamos por partes, diría el descuartizador) de lógica tan simple como una ecuación aritmética. ¡Pues sí, mire usted, pero no, fíjese! La realidad es más canija y actual: además de l@s desaparecid@s por la «guerra sucia», y las víctimas de la misma podredumbre desde Ciudad Juárez hasta España, pasando por Oaxaca y Guatemala (barbarie trasnacional en ambos casos), l@s mexican@s tenemos 30 mil muert@s en la guerra criminal llamada «contra el crimen» o «contra el narco», de crimen organizado contra crimen organizado, uno por el estado y otro también, durante cuatro años de espuriato, saldo comparable con el de la dictadura militar argentina, con la diferencia de los guachos que nos matan aquí se distinguen por sus incontenibles impulsos de masacrar niñ@s en los retenes militares, llenar de balas sus cuerpos y, por si resisten el ataque, arrojar granadas a tan mortales enemig@s (tan mortales son que bien muert@s quedan, y ellos como si nada, en la más campante y desafiante impunidad). ¿Eso hacían también los soldados argentinos, chilenos y demás durante las dictaduras coordinadas por la CIA y su Plan Cóndor? Hasta donde sabemos, había tráfico de niñ@s, no carnicerías a lo bestia, por nada y para nada. Otra diferencia, valga insistir, es que México asume sus tragedias como normalidad, acaso renovada, costumbre y tradición que, si tuviéramos un temperamento diferente, un carácter distinto, el temple de otra especie, nos tendrían, mantendrían y sostendrían día y noche a miles o millones de personas en las calles, inclusive dentro de edificios públicos (ahora recuerdo cuando tomamos el INI en 1992) hasta ver encarcelado al vergonzoso aborto de Hitler, émulo de Bush el pequeño, diminuto ser de cuarto mundo y tamaño inversamente proporcional al de sus tendencias dictatoriales, así como a toda su camarilla, su enredado círculo de cómplices, con penas a la altura de sus merecimientos, y al usurpador anterior, a su nefasto sucesor, al mandilón de los contratos múltiples, a las momias que perpetraron la noche de Tlatelolco, el alconazo y la represión selectiva, los autores de genocidio y desaparición forzada de personas (crímenes que nunca prescriben, jamás se olvidan y mucho menos se perdonan), personajes tan sórdidos como Quiroz Hermosillo, Acosta Chaparro y Nassar Haro, que atentaron contra la humanidad con un historial represivo del que todavía falta mucho por descubrir, se aliaron con los más poderosos cárteles del narcotráfico, del tráfico de armas... y ahora el papalote, como títere invertido al que sostiene un hilo en las alturas desde abajo, ventrilocuito que le quedó enano al uniforme castrense, los condecora, es decir, los decora con medallas al mérito de la vileza y el deshonor, los asciende por encima de sus antecedentes penales, o sea, su glorioso paso a través de las rejas y los juzgados, les rinde pleitesía y otorga pensiones millonarias, entre otros privilegios; cabe sospechar que pupilos de los mayores genocidas en la historia reciente de México siguen haciendo el "trabajo" sucio del desgobierno en la clandestinidad; eso y más, porque México no es un país, sino la tierra de nunca jamás.

Al término del documental, me enteré de algo que amerita ruido: ahora resulta que la desaparición forzada de personas estrena modalidades camaleónicas, pues se hace pasar por secuestro de la delincuencia común al "pedir" una recompensa, pero no la recibe y, en cambio, mantiene a la familia en vilo durante años.

[] Iván Rincón 6:33 PM

En la foto de Julián Cardona para la revista Día Siete, el día que Aleida conoce a su abuela, doña Quirina le enseña las postales que se enviaban Carmen Vargas y Avelino Gallangos antes de casarse.

Diciembre 5 de 2010

Los autores del genocidio infantil en Hermosillo

El incendio que, hace año y medio, asesinó a 49 niñ@s menores de cuatro años y dejó a más de cien con problemas respiratorios, traumas sicológicos y, en algunos casos, quemaduras imborrables, tiene causas y causantes plenamente identificad@s que gozan de absoluta y absolutoria impunidad por el poder que l@s cobija y ampara; tan criminales son los autores materiales del genocidio como sus jefes, los ejecutores "intelectuales", y se deben por igual al sistemático andamiaje de encubrimiento corrupto, complicidad no menos criminal que, desde varios y variados nudos, tejen la misma red por tratarse de un crimen de estado.

Habrá que barrer las escaleras de arriba hacia abajo y empezar, en consecuencia, por fincar la responsabilidad penal de Ernesto Zedillo, cuya iniciativa de reformas en paquete a las leyes del IMSS y del ISSSTE introdujo (gracias a la mayoría legisladora: legitimadora de imposiciones) la figura ilegal por inconstitucional y anticonstitucional de subrogación para privatizar el servicio de guardería y otras obligaciones paraestatales con discrecionalidad facciosa y fines de lucro sin principios de ninguna índole, como suele ser todo cuanto concibe y perpetra la envilecida y envilecedora lógica neoliberal.

Juan Molinar Horcasitas, entonces director del Seguro Social, asignó las estancias infantiles (llamadas guarderías por ser bodegas que guardan gente) a quienes harían de ellas un negocio particular, hacinando a l@s niñ@s en condiciones de alto riesgo; el día de la tragedia, Daniel Karam Toumeh había sucedido a Molinar Horcasitas, por supuesto, sin hacer cambios; Carla Rochín Nieto, decoradora de interiores y amiga íntima de Margarita Zavala de Calderón, llegó a ser coordinadora de las guarderías del IMSS, por supuesto, antes del incendio; Sergio Salazar Salazar era director nacional de prestaciones económicas del mismo instituto; Arturo Leyva Lizárraga, delegado estatal en Sonora, y Noemí López Sánchez, jefa del departamento delegacional de guarderías.

El incendio de la Guardería ABC de Hermosillo comenzó en una bodega del gobierno de Sonora encabezado por Eduardo Bours Castelo y esa bodega pertenecía, más específicamente, a la Secretaría de Hacienda, cuyo titular era Ernesto Vargas Gaytán, y cuyo director general de recaudación era Fausto Salazar Gómez, y cuyo subdirector de control vehicular era Jorge Melchor Islas; el responsable de Protección Civil, también por el gobierno del estado, era Wilebaldo Alatriste Candiani.

El presidente municipal de Hermosillo, al ocurrir la tragedia, era Ernesto Gándara Camou, y el área de inspección y vigilancia municipal era responsabilidad en común de Jesús Davis Osuna y Roberto Copado Gutiérrez.

El incendio se propagó a la guardería porque sus dueños optaron por un local con bodega de papel contigua y gasolinería enfrente, sin ventilación y techado con láminas de plástico, entre otras condiciones propicias para que fuera una trampa mortal en el infierno; esos propietarios de tan frugal empresa están encabezados por Marcia Altagracia Gómez del Campo, casualmente prima de Margarita Zavala de Calderón... ¿Acaso a causa de tal parentesco, los negligentes socios de la prima tampoco han sido molestados por la justicia? Casualmente, uno de ellos es su esposo, Antonio Salido Suárez, que hace honor al primer apellido, pues era subsecretario de Finanzas en el gobierno de Sonora; otro es Alfonso Escalante Hoefer, subsecretario de Ganadería en el mismo gobierno y cuya esposa Sandra Téllez Nieves también estaba casualmente asociada con este nepotismo y tráfico de influencias; casualmente, su hermana es esposa de un quinto socio, Gildardo Urquídez Serrano...

La pandilla entera sigue impune y en esta impunidad concurre la descarada connivencia de los tres poderes formales en sus tres niveles federativos, todos bajo las órdenes y los desórdenes mentales de un pelele, un títere del crimen organizado, un enano de enanismo magno, usurpador del vacío, presidente espurio que decretó el 5 de junio como día de luto nacional, mientras los soldados que mantiene fuera de sus cuarteles, bestias que disparan si pasa una mosca y si no pasa también, masacraban a más niñ@s en los retenes militares y otr@s más eran asesinad@s en sórdidas mazmorras o lujosas casas particulares por el club de Herodes, la mafia pederasta con empleados que se dicen gobernantes y, en los casos más patéticos, hasta se lo creen. La barbarie genocida y su carnicería infantil no tienen tregua: todos los días del año son de luto nacional en el sexenio de la muerte.

[] Iván Rincón 11:15 PM